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Llanto Celeste



Inauguración de la exposición temporal Llanto celeste, del artista Pedro Ruiz

Museo Santa Clara

Carrera 8 # 8-91

Bogotá






EL LLANTO CELESTE DE PEDRO RUIZ


Humanizar lo divino es también divinizar lo humano. Hallar maneras cada vez más cercanas de mostrar el amor y el martirio, cosas tan viejas como la humanidad y tan nuevas como un recién nacido. María está en las barriadas, Juan Bautista se desvela en la primera línea, Cristo está entre los desaparecidos. Por eso no es de extrañar que imágenes que recuerdan estos dramas cotidianos, estas injusticias y estas esperanzas, irrumpan en los sitios ceremoniales, merezcan sus marcos dorados, sus coronas de espinas, sus guirnaldas de flores, sus palmas del martirio, y llenen los espacios del sagrado corazón para gritarle al mundo que si la crueldad y la barbarie y la intolerancia siguen vivos después de milenios, también están vivos la rebelión y la resistencia y el amor y la perplejidad. Así nos dejamos tocar por esas manos crucificadas, por esas frentes sangrantes, por esas madonas del pueblo, por esos éxodos, por esas rosas mártires, por esos gritos, por esas lágrimas del cielo que son reflejo de tantas lágrimas humanas y reclaman también llantos de alegría, lluvias de justicia, signos de esperanza y de dignidad para miles de seres profanados.


William Ospina





LLANTO CELESTE


¿Quieres llegar a lo infinito? Explora por doquier lo finito.

—Johann Wolfgang von Goethe


La propuesta para intervenir el recinto del Museo Santa Clara parece acatar la sugerencia del humanista alemán Johann Wolfgang von Goethe. En ella, multiplicidad de obras abordan diferentes aspectos de nuestra realidad buscando llegar a comprenderla. Imágenes a primera vista disímiles, se asocian bajo un propósito común, proclamar una especie de ruego para que nos hagamos conscientes de lo lejos que estamos de entender la oscura dimensión de algunos de nuestros problemas. Porque nos estamos haciendo daño y se lo estamos haciendo a la Tierra, este conjunto de piezas intenta demostrar que solo una relación reverente entre nosotros y de nosotros con el planeta podrá establecer un cambio hacia lo luminoso y lo verdadero.


Por su naturaleza, su recinto, sus objetivos y su acervo cultural, el Museo Santa Clara es el marco ideal para esta muestra. Cada obra de Llanto Celeste establece una relación directa con muchas de las piezas de la antigua iglesia. En algunos casos, el vínculo se establece aludiendo directamente a las obras del Museo, como ocurre con La Sagrada Familia, de Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos, en la serie ORO. En otros, los retablos coloniales constituyeron fuentes de inspiración, dando lugar a otra vía de relación visible, por ejemplo, en las pinturas de la muestra que se ubicarán en la nave central, las cuales rememoran antiguos oficios como la talla en madera a la manera de las imágenes de bulto o el uso abundante de la hojilla de oro.


En el coro de la antigua iglesia, se ubica el proyecto ORO Espíritu y Naturaleza de un Territorio. En su conjunto, la obra ORO ilustra un viaje alrededor de Colombia a través del corazón de su gente y plantea una mirada generosa sobre lo que somos y, más que todo, sobre lo que podemos ser. Además, acompaña los resultados del taller Oro Vital que, gracias al auspicio del programa Riqueza Natural de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, Usaid, se realizó en el resguardo indígena de Caño Mochuelo, ubicado en el departamento de Casanare. Oro Vital busca promover un espacio que desde el arte se manifieste en favor de la cultura y la naturaleza. En este caso en particular, se busca dar visibilidad a los graves problemas que afronta esta comunidad, dentro de los cuales está el de su supervivencia. El resguardo es una prueba más de que el mal que le causamos a nuestros hermanos indígenas tiene como consecuencia directa graves problemas sociales y daños ambientales irreparables.


En el extremo opuesto, el altar, se dispondrán treinta tallas en madera. Estas componen el conjunto Corazón Abierto, obra realizada para honrar a las víctimas de desaparición forzada de personas en Colombia. Las Madres de Soacha son una manifestación de ese aspecto de la naturaleza humana, lo “maternal”, esa fuerza que les permite resistir, no olvidar e intentar sanar —para beneficio de todos— la crueldad de la que fueron y siguen siendo víctimas.


En concordancia con su naturaleza, la nave central estará intervenida por pinturas, dibujos y objetos de carácter escultórico que plantean un diálogo con las demás obras del Museo. Los trabajos estarán dispuestos de manera discreta intentando, mediante diferentes estrategias, camuflarse dentro del conjunto. Con estas obras se busca componer una simbología que nos una, ofreciendo diferentes posibilidades de representación que vayan más allá de lo acostumbrado, y que reafirmen, además, la importancia de la dimensión espiritual de nuestra existencia. Su temática versará, principalmente, sobre lo sagrado en su aspecto femenino, siendo la Tierra parte de él. Se invoca la sabiduría y la mágica autoridad de lo femenino con la intención de equilibrar la dinámica y las fuerzas que nos han de guiar durante el resto del camino.


Suspendida al embovedado de la nave de la antigua iglesia se apreciará la obra Lágrimas Celestes. Conformada por numerosas lágrimas de vidrio, configura una metáfora del llanto. El cielo está llorando… desde hace ya mucho tiempo.


Como se dijo anteriormente, existe un propósito común en las diferentes obras de la muestra, pero, para ser más precisos, aparte de ser una reflexión sobre la manera en que nos relacionamos entre nosotros y con la Madre Tierra, cada imagen es, también, una exhortación para que nos sea permitido presenciar el día en que las lágrimas que están cayendo del cielo, sean de alegría.



LOS PROYECTOS:


ORO ESPÍRITU Y NATURALEZA DE UN TERRITORIO


Oro Espíritu y naturaleza de un territorio y Oro vital

Instalación compuesta por treinta y cuatro pinturas de pequeño formato dispuestas sobre mesas iluminadas de manera individual. El espectador se ve obligado a utilizar la lupa para observar cada detalle. Cada cuadro representa un barquero que va llevando algún aspecto de la riqueza natural o cultural de Colombia. El proyecto ha sido expuesto en varios lugares de Colombia y el mundo durante más de diez años.


ORO VITAL

Oro Vital es el nombre dado a los talleres de creación generados a partir del proyecto ORO Espíritu y Naturaleza de un Territorio. En ellos, acudiendo a estrategias creativas, se busca que cada participante se haga consiente de los aspectos valiosos de su comunidad. Así, cada participante compone la pintura de una barca en la que carga su tesoro. En esta ocasión están expuestos los trabajos del taller realizado en el resguardo indígena de Caño Mochuelo.


CORAZÓN ABIERTO

Conjunto de treinta tallas en madera que representan figuras humanas, femeninas en su mayoría. Justo en el lugar del corazón, cada talla lleva incrustado un personaje. Por solicitud de la Comisión de la Verdad, algunas de las esculturas han sido donadas a organizaciones que se ocupan de asuntos relacionados con la desaparición forzada de personas.


ANUNCIACIÓN Y NUESTRAS SEÑORAS

Serie de dibujos y pinturas de diferentes formatos. Cada pieza presenta imágenes que materializan algunas reflexiones sobre relaciones sagradas con la Naturaleza, la Madre Tierra y la Madre Generosa y Protectora.



LÁGRIMAS CELESTES

Elaboradas en vidrio soplado, del techo embovedado del recinto se suspenden alrededor de treinta lágrimas de más de un metro de longitud. Queremos volver a manifestar nuestro deseo de que pronto, estas lágrimas sean de alegría.



RESGUARDO INDÍGENA CAÑO MOCHUELO

UNIVERSO EN PELIGRO

El resguardo indígena de Caño Mochuelo se ubica en el corazón de las sabanas inundables de la Orinoquía. Allí, en el extremo oriental de Colombia, donde confluyen los ríos Meta y Casanare, hoy conviven diez pueblos indígenas ancestrales.

Los Amorúa, Maibén-Masiware, Piapoco, Sáliba, Sikuani, Tsiripu, Wámonae, Waüpijiwi, Yamalero y Yaruro son culturas estrechamente ligadas a la compleja red de vida y a los ciclos naturales de este ecosistema, uno de los más amenazados de Colombia. Allí se enraízan sus cosmogonías y rituales, sus leyes y costumbres, sus modos de producción y prácticas de gestión del territorio.


Esta muestra es un homenaje a diez pueblos indígenas cuya existencia muchísimos colombianos desconocemos. Es también una llamada de alerta a las instituciones públicas y a la sociedad civil para la protección de la cultura y la conservación de la biodiversidad de un territorio de riqueza única. Es una oportunidad para que actores diversos de la sociedad nos unamos en la recuperación de los corredores bioculturales necesarios para la sostenibilidad ambiental y social de este territorio y de las futuras generaciones indígenas.

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